martes, 20 de septiembre de 2011

¿Es malo creer en los horóscopos?







Este post lo realizo sin la intención de criticar a nuestros hermanos Astrologos y Esotericos, sino invito a orar por cada uno de ellos,
pero si estoy de acuerdo en algo, que el esoterismo es un G R A N negocio y estoy seguro que hay muchos hermanos que se gastan fortunas en enviar mensajes y en llamadas a las lineas.

Leean POR FAVOR este post..................
Jesucristo nuestro señor los bendiga.

Es muy normal que tengamos curiosidad por saber qué pasará en el futuro, pero dime ¿qué harías si supieras qué va a ser de ti mañana?

Quizá si supieras que vas a ser un gran empresario, empezarías a ver de qué manera manejar mejor tu dinero; o si supieras que te enfermarás, comenzarías con poner todos los medios para prever dicha enfermedad y, si en el peor de los casos, te dicen que morirás, seguramente comenzarías de inmediato a dejar listos esos pendientes que tienes, y sobre todo te acercarías a la confesión para estar en gracia.

¡Cuántas cosas haríamos, ¿verdad?! Nosotros, cristianos, no consultamos horóscopos o personas que supuestamente dicen el futuro, porque ello contradice el honor y el respeto que debemos a Dios.

Querer saber el futuro es querer ser iguales a Dios, pretensión tan soberbia como absurda. Debemos confiar a la Providencia divina nuestra vida, confiar en Dios como Padre que es.

Así que olvídate de andar por ahí con consultas a los astros, horóscopos y adivinos.

Lo que te recomiendo es que comiences hoy por hacer todas esas cosas que harías si supieras tu futuro. No te preocupes del mañana, mejor ocúpate del presente.

La ciencia que responde a los interrogantes que nos provocan las estrellas es la astronomía. Esta disciplina nació entre los caldeos hace unos treinta o cuarenta siglos y sigue progresando hoy gracias a los programas espaciales de Estados Unidos y Rusia.

Junto a este saber, como hongo nacido en medio de un hermoso jardín, apareció la astrología, ficción que pretende determinar una supuesta influencia sobre nuestras vidas por parte de los cuerpos celestes.

La palabra "horóscopo" se utilizaba en los siglos pasados para designar a los sacerdotes encargados de observar el curso de las estrellas. Luego pasó a significar la influencia que los astros habrían de tener sobre nuestras vidas. Esta creencia tan absurda, sigue influyendo en algunas personas de nuestro nuevo siglo XXI.

El zodiaco es una franja imaginaria del firmamento donde aparecen doce constelaciones que se pueden observar a simple vista. Las doce constelaciones del zodiaco son Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.

Estos doce nombres provienen de palabras latinas que indican diversas divinidades mitológicas veneradas entre los antiguos caldeos. Los horóscopos dicen que nuestra vida depende de la constelación zodiacal que hace sentir su influencia en el mes de nuestro nacimiento. Si nací en enero soy Acuario; si nací en agosto, soy Leo... etc.

La creencia en los horóscopos es peligrosa. Casi es como creer en otra religión. Porque intentan hacernos creer que no somos libres sino que estamos determinados en todo por nuestro signo zodiacal. No sería yo quien realiza su propia vida, sino que todo mi obrar estaría dirigido por una extraña fuerza proveniente de las estrellas. Pero nada de lo que dicen los horóscopos está científicamente fundado. Lo que afirman sobre Sagitario hoy, lo dirán mañana de Piscis y viceversa. Es un triste problema que los horóscopos sigan haciéndose y, peor aún, que haya quienes se creen todo lo que leen.

No es lícito ni conveniente, pues puede robar nuestra confianza en Dios.

Por otra parte, el que verdaderamente confía , cree y ama a Dios no busca símbolos o signos del cielo ni de la tierra, como bien lo explica Nuestro Señor: ¿Sabéis interpretar el aspecto del cielo y de la tierra y no sabéis distinguir los signos de los tiempos...? (Mt. 16, 1-4).

A veces nos puede ganar la curiosidad de saber lo que dirán de nuestro futuro; pero lo único que conseguimos es poner nuestro mayor tesoro, la vida, en manos de suposiciones tan genéricas y ambiguas que le podrían pasar a cualquiera.

Dios te cuida y te ama personalmente, ¿por qué quieres encerrarte en 12 símbolos?, que si los dividimos entre la población mundial, 6 mil millones de habitantes, a 500 millones de personas les pasaría lo mismo, lo cual no sólo es aburrido sino incluso contrario a nuestra experiencia ¿no crees?

Los cristianos debemos más bien dedicar nuestro tiempo a pedir a Dios que nos aumente la fe y que nos ayude a evitar todo lo que nos aparte de Él.

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http://es.catholic.net/temacontrovertido/600/1544/articulo.php?id=107

domingo, 18 de septiembre de 2011

¡Comparte Tu Pan y Peces!






Tomó, entonces, Jesús los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban recostados, y también del pescado, cuanto querían. Cuando se hubieron hartado dijo a sus discípulos: "Recoged los trozos que sobraron, para que nada se pierda". Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes, que sobraron a los que habían comido. ”. (Juan 6, 1-15)


El problema que nos narra san Juan en la multiplicación de los panes y pescados está clarísimo: problema de alimentación. Hay cinco mil hombres que carecen de comida. Tienen hambre, y ¡mucha!

Ante este problema hay dos lógicas:

La lógica humana del cálculo egoísta y el interés: ¡despídelos, Señor!
La lógica divina del compartir caritativamente: ¡Dadles vosotros de comer!

¿En cuál estamos cada uno de nosotros?

El mensaje del Evangelio es bien claro: hay que compartir. ¡Lo que no se puede hacer con cinco panes y dos pescados! Jesús dio de comer a 5.000 hombres y le sobraron doce canastas. Y sin contar las mujeres y los niños, que llegarían, yo creo, en total a unos 15.000 personas en ese descampado.

Hay que compartir, y así Dios alimentará a su pueblo.

¿Cómo de los 57 millones de hombres y mujeres hoy a pie por el planeta tierra, 3.700 millones gritan de hambre, cientos de miles enferman del hambre, y 40.000 niños diarios mueren de hambre? ¿Por qué?

¡Por no compartir! No le demos más vueltas.

Ni Eliseo (cf. 2 Re, 4, 42-44), ni Jesús, crearon los panes, sino que les llevaron unos pocos panes, y Eliseo y Jesús los trocearon, los “milagrearon” y los repartieron. Y así hubo para todos, ¿qué tal?

Así debemos hacer nosotros: tenemos pocos panes, pero no siempre los repartimos, ni los compartimos. Y así nos va: 3.700 millones gritan de hambre, de los 5.700 millones que habitan en el planeta... y 40.000 niños mueren de hambre diariamente, además de los 15 millones de leprosos y los 800 millones de analfabetos del mundo. ¡Por no compartir! No le demos más vueltas.

¡Hay que compartir, si queremos solucionar estos problemas que nos aquejan hoy! Pero como no sólo de pan vive el hombre, igualmente hay que compartir la justicia, la fe, el amor, la dignidad, los derechos, la paz, la cultura, las desgracias, las alegrías, las penas... Dios no remplaza al hombre. Lo que el hombre no le da a Dios, Dios no lo puede multiplicar, no lo puede “trocear”.

¿Siempre tienes disponibles en tu corazón tus cinco panes y los dos pescados? ¿Te importan tus hermanos hambrientos?

Oye, ¿qué haces que te los estás comiendo solo en el rincón de tu egoísmo?
- Es que tengo hambre, mucha hambre, ¿sabe usted?

¿No ves la cantidad de hermanos tuyos en Tucumán, aquí mismo en capital que se están muriendo de hambre? ¿No te compadeces de ellos?
- Es que mi familia los necesita, ¿sabe usted?

Pero, ¿no te importa que la gran familia de Dios, que también es tuya, esté mendigando?
- Pues, voy a ver si me sobra algo...¿sabe usted?

Y así nos va. ¡Qué egoístas somos!

Y tú, ¿dónde están tus panes y pescados? ¿ya te los comiste?
- La verdad es que, es que... me los estoy guardando para mañana... no sea que mañana no tenga para mi vejez...tengo que asegurar algunos mendrugos, ¿no cree?

Pero, oye, ¿quién te ha dicho que vivirás mañana? ¿Por qué no los compartes hoy con los hermanos que hoy se morirán, si tú no los compartes? ¿No tienes corazón compasivo?
- Vamos a ver.

Y así nos va.


Jesús hará el milagro, si tú compartieras tus cinco panes y dos pescados. Si no, nada puede hacer.

El proceso para esa caridad, para que surja esa caridad es claro. Nos da ejemplo Jesús en este evangelio.

Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él. Primero: levantar los ojos y ver. Pues, ojos que no ven, corazón que no siente. El egoísmo nos impide levantar los ojos. La indiferencia nos tapa los ojos. Y la ambición nos ciega. ¡Abre tus ojos, amigo! ¡Levanta tus ojos y mira a tu alrededor cuántos están muriéndose de hambre material, pero también de hambre de amor, de paz, de justicia, de cariño!

Sintió compasión. Segundo: sentir compasión. Nuestro corazón debería ser un sismógrafo que sabe registrar las necesidades del prójimo, de nuestro hermano. ¿Por qué el corazón a veces está parado y no siente esa compasión? Otra vez: el egoísmo. El egoísmo nos hiela el corazón. ¡Deja que tu corazón reaccione a la humano al ver tantas miserias” ¡Compadécete! Dios quiere amar a través de tu corazón. ¡Préstale tu corazón!

Háganlos sentar. Tercero: dar solución concreta. Sí, mirar al cielo y bendecir y orar; pero también, distribuir esos cinco panes y dos pescados que entre todos podemos juntar. ¿Qué nos impide esto? De nuevo, el egoísmo. El egoísmo no mira ciertamente al cielo, ni bendice los alimentos, ni tampoco los distribuye. El egoísmo se va a una esquina donde nadie le vea, ni le moleste, y ahí, se los come él solo todos los panes y pescados: “¡Son míos! Tengo hambre... me los he ganado con honestidad... me queda mucho camino de vuelta y quiero tener fuerza...”. Somos familia, somos comunidad, y en cuanto pongas tus panes y pescados se agranda la familia y se forma la comunidad, y se sentarán, nos sentaremos, y comerán, y comeremos, y habrá alegría y amor. ¡Venga, comparte! ¡Forma comunidad!

Recojan los pedazos. Cuarto: ¡Impresionante!, habrá en abundancia para otras ocasiones y para otros hermanos. ¡El milagro de Dios por haberle dado nuestra poquedad: cinco panes y dos pescados! Todos satisfechos. ¡Así es Dios: frente a la mezquindad del cálculo humano emerge con claridad la generosidad del don divino! Aprendamos la lección. ¡Da y habrá para todos y se recogerán para otros hermanos y para otras ocasiones! ¡Qué maravilla! ¿no crees?

El egoísta nunca está satisfecho. Nunca recoge, porque no da. No se le multiplica su gozo, su alegría, su caridad y su fe, porque nunca los comparte. ¡Maldito egoísmo que nos cierra ojos, corazón y manos, ante las necesidades de nuestros hermanos!

“¡Qué nos importa que haya 3.700 millones que gritan de hambre, de los 5.700 millones del planeta! ¡Qué nos importa que haya 40.000 niños que diariamente mueren de hambre! ¡Qué nos importan los 8.000 millones de analfabetos y los 15 millones de leprosos! ¡Qué nos importa que haya habido inundaciones en Santa Fe, y se mueran de hambre en Tucumán, y que todas las noches recojan papeles en las calles, para hacer algunos pesitos y poder comer! ¡Sólo tenemos cinco panes y dos pescados!”.

¿Es que no sabemos que si los compartimos, el Señor hará el milagro para que haya para todos, se sacien, e incluso que sobre para otras ocasiones y para otros hermanos nuestros?

¿Por qué no hacemos la prueba? Abramos los ojos... Abramos el corazón... Abramos las manos...Experimentaremos la felicidad y repartiremos felicidad.


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viernes, 16 de septiembre de 2011

¿Qué dice la Biblia acerca del juego? ¿Es pecado el juego?





Una respuesta muy sencilla para responder los principales ataques del mundo que critica tu caminar Cristiano. Si juegas Lotería Mexicana, trata de no usar la tablita donde aparece "El Diablito" o "La Muerte", no pelees solo ignóralo, también me gustaría invitarte a que entraras a un Casino para que veas cuanta gente esta perdida en ese vicio y ores por ellos, tal vez sonó blasfemo lo que te dije, pero 1 Tesalonicenses 5:21 "Examinalo todo y quedate con lo bueno".
Qué Jesucristo nuestro Señor te bendigan hoy y siempre.


Respuesta: El juego puede ser definido como “arriesgar el dinero en un intento por multiplicarlo en algo que va contra las probabilidades”. La Biblia no condena específicamente el juego, las apuestas o la lotería. Sin embargo, la Biblia nos advierte que debemos mantenernos libres del amor al dinero (1ª Timoteo 6:10; Hebreos 13:5). La Escritura también nos anima a mantenernos libres de intentar “enriquecernos rápido” (Proverbios 13:11; 23:4-5; Eclesiastés 5:10). De manera definitiva, el juego está enfocado en el amor al dinero, e indudablemente tienta a la gente con la promesa de riquezas rápidas y fáciles.

¿Qué hay de malo con jugar? Jugar es un asunto complejo, aún si se lo hace con moderación y solamente de vez en cuando. Es un despilfarro de dinero, pero no es necesariamente “perverso”. La gente malgasta el dinero en todo tipo de actividades. Jugar no es ni más, ni menos despilfarro de dinero que ver una película (en muchos casos), comer una comida innecesariamente costosa, o comprar un artículo inútil. Al mismo tiempo, el hecho de que se desperdicie el dinero en otras cosas, no justifica el juego. El dinero no debería ser malgastado. El dinero excedente debería ser guardado para necesidades futuras, o dado a la obra del Señor – no perdido en el juego.

Jugar en la Biblia: Aunque la Biblia no menciona explícitamente el juego, ésta menciona juegos de “azar” o “suerte”. Tenemos unos ejemplos: en Levítico, Aarón echó suertes sobre los dos machos cabríos, uno para Jehová y el otro para Azazel. José echaba suertes para determinar la asignación de tierras a las diferentes tribus. Nehemías echaba suertes para determinar quién viviría dentro de los muros de Jerusalén y quién no. Los apóstoles echaban suertes para determinar el reemplazo de Judas. Proverbios 16:33 dice, “Las suertes se echan sobre la mesa, pero el veredicto viene del Señor”. En ningún lugar de la Biblia se usa el juego o “azar” para entretenimiento, o se lo presenta como una práctica aceptable para los seguidores de Dios.

Casinos y loterías: Los casinos utilizan todo tipo de planes de marketing para atraer al jugador a que arriesgue tanto dinero como sea posible. A menudo ellos ofrecen bebidas alcohólicas económicas y aún gratuitas, lo cual estimula la embriaguez, y de ese modo, ocasiona una disminución en la habilidad de tomar decisiones sabias. En un casino, todo está perfectamente aparejado para recibir dinero en grandes sumas y no devolver nada, a excepción de placeres momentáneos y vacíos. Las loterías intentan retratarse como un camino al fondo de educación y/o programas sociales. Sin embargo, estudios muestran que los participantes de la lotería son por lo general, aquellos quienes pueden al menos tener recursos para gastar dinero en billetes de lotería. Para aquellos que están desesperados, el encanto de “volverse rico rápido” es una tentación demasiado grande como para resistirse. La oportunidad de ganar es infinitesimal, lo cual resulta en que las vidas de mucha gente terminen arruinadas.

¿Por qué las ganancias de la lotería no agradan a Dios?: Mucha gente alega comprar la lotería o jugar, a fin de poder dar dinero a la iglesia, o para alguna otra buena causa. Mientras este puede ser un buen motivo, la realidad es que pocos utilizan las ganancias del juego con propósitos devotos. Estudios muestran que la vasta mayoría de ganadores de la lotería, pocos años después de haber ganado el premio gordo, se encuentran en una situación económica aún peor de la que estaban al principio. Pocos, si hubiera alguno, en realidad dan el dinero a una buena causa. Además, Dios no necesita nuestro dinero para financiar Su misión en el mundo. Proverbios 13:11 dice, “El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece”. Dios es soberano y va a proveer las necesidades de la iglesia a través de medios honestos. ¿Sería Dios honrado al recibir dinero donado de la droga, o dinero sustraído en el asalto a un banco? Dios no necesita o desea dinero que fue “robado” a los pobres por la tentación de las riquezas.

1ª Timoteo 6:10 nos dice, “Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores”. Hebreos 13:5 declara “Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: Nunca te dejaré, jamás te abandonaré”. Mateo 6:24 proclama, “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas”.


Contenido tomado y respetando todos los derechos de Copyright en
http://www.gotquestions.org/espanol/juego-pecado.html

miércoles, 14 de septiembre de 2011


Hermanos Les recomiendo que lo vean en pantalla completa, lo tuve que reducir para que entrara correctamente en el Blog. Dios que es Amor los bendiga!

domingo, 11 de septiembre de 2011

Llama a Dios cuando estés en problemas.


Se que es muy doloroso mirar este vídeo, pero me gustaría que se dieran la tarea de encontrar el mensaje y discernir lo que Dios nos quiere mostrar, Dios siempre esta ahí, solo tienes que hablarle en los momentos en los cuales te encuentras en una situación de peligro, tristeza, sufrimiento o duda, platicale tus problemas y llámalo para que te socorra.

lunes, 5 de septiembre de 2011

El Sermón de la montaña


Las bienaventuranzas
1 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
La sal de la tierra
13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
La luz del mundo
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Jesús y la ley
17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Jesús y la ira
21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. 23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. 25 Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. 26 De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.
Jesús y el adulterio
27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
Jesús y el divorcio
31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. 32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.
Jesús y los juramentos
33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. 34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. 37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.
El amor hacia los enemigos
38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; 40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; 41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.
43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.
Jesús y la limosna
1 Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Jesús y la oración
5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 6 Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. 9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. 14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Jesús y el ayuno
16 Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Tesoros en el cielo
19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
La lámpara del cuerpo
22 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
Dios y las riquezas
24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
El afán y la ansiedad
25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
El juzgar a los demás
1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.
La oración, y la regla de oro
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
La puerta estrecha
13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
Por sus frutos los conoceréis
15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis.
Nunca os conocí
21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Los dos cimientos
24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
28 Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
FIN


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